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Aforos y Parques Nacionales: una cuestión de superficies

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En las ultimas semanas hemos visto con estupor como se abren, en medio de una pandemia que ha matado a alrededor de 40.000 personas en el país, espacios públicos no necesariamente «esenciales» (la definición de aquello no es igual para todo el mundo, lo sabemos, pero se esperaría que al menos haya líneas generales al respecto).
Entre esos espacios, hace unos días vimos como se reabrió un centro de ski en la capital (Valle Nevado), lo cual atrajo inmediatamente hordas de turistas extranjeros que sortearon con éxito la casi impenetrable barrera sanitaria del aeropuerto de Santiago (?)...
Turista extranjera enfrentada a la casi impenetrable barrera sanitaria nacional (recreación).
Esto provocó una explosión de ira en ese lugar usualmente apacible y lleno de diálogo llamado Twitter, donde se destrozó -otra vez- la gestión de la situación sanitaria por parte del gobierno. Entre las múltiples quejas se pudo leer con frecuencia una comparación que, a simple vista, suena de lo más lógica:
“¿Abren el centro de ski con aforo de 1500 personas, y para los parques nacionales es apenas de 100 personas?, ¡¡parecen medidas para favorecer a unos pocos!!”
Por supuesto, a primera vista ese cuestionamiento es de lo más realista. Para empezar, el aforo de 1500 personas para el centro de ski es, probablemente, una pésima idea. Suponemos que hubo alguna clase de estudio detrás, considerando potenciales aglomeraciones, condiciones de ventilación, etc, etc. Porque existió ese estudio, ¿cierto?... ¿CIERTO?
Porque los riesgos potenciales de que haya 1500 personas juntas en espacios no tan amplios (porque eso es el “aforo”: el máximo de personas que pueden estar al mismo tiempo en el lugar), sobre todo con la famosa variante Delta dando vueltas, no son menores.
Ahora bien, es cierto que en general el reclamo va por el lado de que se debería reducir el aforo de lugares como el centro de ski, o los malls. Pero también hay quienes lo han planteado de otra forma: ¿por qué un lugar con un área tan enorme como un Parque Nacional tiene un aforo tan bajo?. Son espacios de miles de hectáreas, al aire libre. Podríamos meter mucha más gente ahí manteniendo una distancia social segura, ¿cierto?.
Esta propuesta, aunque puede sonar lógica en un comienzo, no lo es tanto. ¿Por qué?, veamos.

Una cuestión de superficie

Los parques nacionales terrestres chilenos ocupan superficies dispares. Entre los más pequeños se encuentran algunos como el Parque Nacional Las Palmas de Cocalán (3.709 hectáreas), o el Parque Nacional Radal Siete Tazas (5.026 hectáreas), y entre los de mayor superficie están el Parque nacional Kawésqar (2.842.329 hectáreas), y el Parque Nacional Bernardo O'Higgins (3.524.648 hectáreas). Los de mayor tamaño suelen incluir lugares de difícil acceso, como los islotes patagónicos o los Campos de Hielo Sur.
Por su parte, el centro de ski Valle Nevado reporta una superficie esquiable de 900 hectáreas (1), más la zona de uso general que tendría una superficie, estimada MUY al ojo en Google Earth, porque nuestros detectives no encontraron el dato en ninguna parte, de unas 60 hectáreas, donde se encuentra el hotel y las distintas instalaciones destinadas a uso del público.
Por supuesto, esto genera dudas: ¿por qué un lugar con una superficie de aproximadamente 1.000 hectáreas tiene aforo permitido de 1.500 personas, y uno como el Parque Nacional Radal Siete Tazas, por ejemplo, con una superficie de 5.026 hectáreas, solo admite 300 personas? (2), ¿no cabe mucha más gente, manteniendo la distancia segura, en esas más de 5.000 hectáreas?
La respuesta a esto es una cuestión de superficie. Y del uso que se le da a esa superficie.
El centro de ski tiene como objetivo primordial el esparcimiento: la gente va, hace una actividad deportiva, aloja en un resort con linda vista, cena en un restorán con vista a la cordillera nevada, etc. La casi totalidad de la superficie tiene como objetivo el uso humano. Entonces podemos tener a esas 1500 personas repartidas en las casi 1000 hectáreas: algunos esquiando, otros en el restoran, uno que otro durmiendo en alguna habitación, alguno en el baño mirando el celular… etc.
Los Parques y Reservas Nacionales tienen un objetivo diametralmente distinto: la conservación de un ecosistema en particular, considerado valioso para la biodiversidad nacional o mundial, y usualmente bajo amenaza. Vamos a seguir usando como ejemplo el Parque Radal Siete Tazas. De acuerdo a CONAF, con referencia a este parque, se dice:
“Del Decreto Supremo que crea el Parque se desprende que los objetivos principales de la unidad son preservar el ambiente natural, en especial de las formaciones Bosque Caducifolio de Montaña, Bosque Esclerófilo de la Montaña y Estepa Alto Andina de los Andes Maulinos y su fauna asociada, conservar y proteger los recursos arqueológicos y poner todos los recursos a disposición de la sociedad a través de investigación, educación ambiental y recreación naturalista." (3,4)
La recreación aparece, pero en el último lugar, y expresada como “recreación naturalista”. Porque, si bien es importante que la ciudadanía pueda conocer esos ecosistemas que están siendo preservados, y que todos y todas tengamos acceso a ellos, más importante es su preservación misma. ¿Qué significa eso?, que la superficie de la reserva (cada una de esas 5076 hectáreas) tiene como misión primordial mantener el ecosistema lo menos alterado posible. ¿Podríamos entonces meter a 1500 personas a la vez, distanciadas 2 metros una de la otra, manteniendo ese objetivo?. Lo más probable es que no. Para esto la reserva cuenta con varios kilómetros de senderos, miradores, una zona de camping y otras instalaciones que, en total, ocupan una parte mínima de la superficie total.
Hagamos un ejercicio: supongamos que esas zonas de uso humano corresponden a un 10% de la superficie del Parque, repartida entre todas las instalaciones y senderos. La gente que ingresa al parque puede acampar, comer algo, dormir una siesta, tomar fotos, pero siempre dentro de las zonas delimitadas. Puede observar la naturaleza, trotar, andar en bicicleta, pero sin salir de los senderos. Es decir, “recreación naturalista”. Observación de la naturaleza, contemplación, aprendizaje, pero causando la menor alteración posible. Ojalá ninguna.
Si permitiéramos un aforo máximo de 1500 personas, y ocurriera algo difícil pero no imposible: que entraran todas esas personas a la vez, sería imposible mantenerlas distanciadas adecuadamente, siendo muy fácil que ocurran aglomeraciones que, además del riesgo sanitario por la pandemia de Covid19, alterarían notablemente la tranquilidad de un hábitat que está destinado a ser protegido.
En este sentido, es conocida la cantidad de tiempo que ocupan los y las guardaparques de CONAF en cuidar que los visitantes no hagan "locuras" como robar plantas, intentar tocar a los animales, hacer fogatas, entrar con mascotas domésticas, y un largo etcétera. Y si consideramos que la tarea de vigilancia no es la principal que realizan, ya que además deben trabajar en la mantencion de la infraestuctura y los cercos perimetrales, recorrer los parques completos para ver el estado de la flora y la fauna, participar activamente en la toma de datos, entre muchas mas, y todo con un presupuesto bastante bajito, preocuparse de mantener ordenada a una masa de gente usualmente muy ruidosa y porfiada sería solo una causa extra de estrés para un sistema que suele estar al límite del colapso.

¿Entonces…?

Se entiende que casi nadie está pidiendo aumentar el aforo de los parques nacionales hasta las 1500 o más personas. Pero la comparación con los centros de ski (o los malls, por ejemplo) lleva a malas interpretaciones y a que algunas personas, claramente sin mala intención pero quizás desconociendo el tema, crean que los aforos de ambos sitios son cosas equiparables, y en eso creemos que es bueno precisar.
Los lugares de esparcimiento y reunión social deben ser comparados entre sí. En ese sentido, lo conveniente es comparar el centro de ski con un mall, una playa o un camping. Y, si somos realistas, y algo odiosos, todos ellos deberían reducir sus aforos, si es que no permanecer cerrados.

Referencias

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