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Rosetta y un tranvía llamado Churyumov-Gerasimenko

Autor
Categoría
Astronomía
Biología
Física
Fecha de Publicación
2016/09/30
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Corría el año 1969 y los ojos del mundo estaban puestos en la hazaña de haber puesto humanos en la luna y regresarlos a salvo, en uno de los hitos que será impreso y reimpreso mientras existan libros de historia y ojos para ver (te pienso, William Shakespeare). Ahora suena a algo que hacemos como tomar la micro. En esa época era muy probable que la micro, con todo y pasajeros, no volviera nunca. Las probabilidades de morir y de fracaso eran enormes… no por nada la misión Apolo que aterrizó fue la XI y no la I. Esos eran tiempos donde la gente miraba el cielo nocturno constantemente, y otros tantos analizaban fotografías de éste, tratando de imaginarse que hay más allá afuera para descubrir.
Kim Ivánovich Churyumov, científico ucraniano-soviético, descubrió una anomalía en las fotografías de estrellas tomadas por su colega y coterránea Svetlana Ivánovna Guerasimenko. Entre todas las estrellas fijas, algo se movía. Analizando más fotografías y calculando su velocidad aparente dedujeron que se trataba de un cometa. Algo más de cálculos por aquí y por allá, y fue posible identificar su periodo orbital (el tiempo que le toma volver a dar un paseo cerca del sol) de 6.6 años. Se le bautizó con el sencillísimo nombre de Cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko (practiquemos decirlo correctamente).
(Créditos: Ekaterina Smirnova)

Subirse sin pagar pasaje

La aventura espacial se transformó en exploración, en comenzar a buscar en nuestro vecindario espacial qué es lo que hay alrededor y a qué se parece. Diferentes países y consorcios comenzaron a mandar sondas a sapear estos rincones. Algunas salieron a recorrer el vecindario planetario cercano alrededor de Mercurio, Venus y Marte, otras un poco más lejos mirando Júpiter y Saturno, otras a la orilla misma de nuestro Sistema Solar a echarle un ojo a Plutón, y otras sencillamente fueron viajeras con la misión de llegar lo más lejos posible.
En nuestra misma vecindad solar tenemos también cometas y asteroides. ¡¿Por qué no vamos a sapear un asteroide?! Un asteroide es una roca mucho más pequeña que un planeta que órbita al Sol. Estas rocas en el sistema solar se encuentran principalmente orbitando el Sol en masa entre Marte y Júpiter, o más allá de la órbita de Plutón en el llamado cinturón de Kuiper, y es de conocimiento general que las probabilidades de navegar un cinturón de asteroides es 3720 a 1 (3). Los cometas por otro lado, son pedazos grandes de polvo, hielo y rocas, todo junto, que dan vueltas al sol en órbitas muy largas y elípticas (principalmente). Ante la dificultad de ir a buscar asteroides (incluso si nunca nos dicen las probabilidades), ¿porque no vamos a sapear un cometa?.
En la NASA pensaron algo como eso con la sonda Stardust. Lanzada el 1999, la misión de la sonda fue recolectar el polvo de la cola del cometa Wild 2, que se forma cuando el cometa se acerca al sol y comienza a calentarse. La sonda recogió algo de ese polvo de estrellas cuando el cometa pasó cerca de la Tierra en 2004 y luego volvió a la Tierra donde le hicieron nanai a los datos que recuperó. Pero incluso luego de la increíble travesía del Stardust, aún quedaban preguntas sobre estos cometas: ¿Qué tienen dentro? ¿De qué están compuestos?  ¿Nacieron con el Sistema Solar? ¿Son huecos por dentro? ¿Podría caber dentro un gusano como ese donde se esconde el Millenium Falcon cuando los persigue Vader en parte de la flota imperial luego de la batalla de Hoth?.
A algunos locos en la Agencia Espacial Europea (ESA) se les ocurrió algo simple para responder algunas de estas preguntas: Lanzar una sonda, hacer que viaje y acelere progresivamente durante más de 10 años, tratar de que acelere y logre la misma órbita para acercarse al cometa, seguirlo de cerca, luego lanzar desde sí misma otro artefacto que llegue al cometa y se aferre a él, y luego mandar todos esos datos durante muchos meses, para luego estrellar todo contra el cometa sin alterar su movimiento u órbita. Es decir, una completa y absoluta locura de precisión submilimétrica controlada desde 680 millones de kilómetros.
Con esa idea, nace la misión Rosetta, que finalmente es lanzada al espacio el día 2 de marzo de 2004. Durante cerca de 10 años estuvo moviéndose en el espacio, siguiendo la trayectoria calculada por los ingenieros y científicos de la ESA (usando esas maravillosas Leyes de Newton descubiertas en… ¡¡1687!!). La misión Rosetta llevaba un conjunto de instrumentos que le permitieron medir el campo magnético del asteroide, los compuestos químicos inorgánicos y orgánicos de los que está hecho el cometa, la densidad de su núcleo, la cantidad de vapor de agua que libera al acercarse al Sol, la aceleración de gravedad sobre su superficie y la temperatura del cometa.
Gracias a ella sabemos ahora que este asteroide está hecho casi en su totalidad de agua. ¡¡El 67P es en realidad una gran roca de hielo!!. Este iceberg espacial tiene cráteres, ranuras y agujeros que explotan al acercarse al Sol, generando chorros de vapor de agua que pudieron haber hecho volar a Rosetta lejos del cometa (Bruce Willis, te pienso). Si no lo sabían, por años los científicos tuvieron la hipótesis de que existía una posibilidad de que tanto agua como compuestos orgánicos hayan sido traídos por asteroides y cometas a nuestro aun muy joven planeta. Y la misión Rosetta no nos desilusionó: ahora sabemos que el agua del 67P no es como la nuestra, porque contiene polvo estelar (Carl Sagan, te pienso a ti también) en cantidades muy diferentes a las encontradas en el agua de la Tierra (1) : Rosetta nos hace entender que el agua de la Tierra no viene de cometas, por lo que la opción más sustentable ahora es que venga de asteroides que golpearon a la Tierra mientras ésta era una esfera incandescente de roca caliente.
Otro hallazgo importante, tiene que ver con el descubrimiento de ingredientes cruciales para el orígen de la vida en la tierra presentes en el...este….bueno, el cometa (¡maldito nombre!). Durante mayo de este año, fue publicado un importante artículo con estos descubrimientos en la revista Science Advances (2).
En resumen, e intentando darle toda la importancia que se merece, los investigadores lograron hallar, entre otros compuestos, un aminoácido llamado glicina, comúnmente presente en proteínas, y fósforo, un componente clave del ADN y de las membranas celulares. «Esta es la primera detección NO ambigua de glicina en un cometa» decía Kathrin Altwegg, la investigadora principal a cargo de ROSINA (Rosetta Orbiter Spectrometer for Ion and Neutral Analysis), el instrumento encargado de medir estos datos .

Pero, ¿por qué es tan importante hallar glicina en un cometa?

Dejemos que los mismos autores lo expliquen:
«La presencia de glicina, fósforo, y múltiples moléculas orgánicas, incluyendo sulfuro de hidrógeno y cianuro de hidrógeno observados en el 67P, apoyan la idea de que los cometas aportaron con moléculas claves para la química prebiótica en todo el sistema solar y, en particular, en nuestro planeta primitivo, incrementando drásticamente la concentración de compuestos químicos relacionados con la vida mediante el impacto en un cuerpo de agua cerrado.»
¿Será que nuestro noble amigo Philae nos ayudará a responder una de las preguntas más antiguas que se ha hecho el hombre?

Estación terminal: Todos los pasajeros deben estrellarse

A las 8:35 de la mañana del 12 de noviembre de 2014 (día que fue autoproclamado como feriado por parte de nuestro staff Etilmercurista), temprano y después de un largo tour, la sonda Rosetta envió a su pasajero estrella a conocer la superficie del cometa. Así el módulo de aterrizaje Philae, una pequeña caja de 110 kilogramos de peso, saltó a la aventura de cabalgar un cometa. Eso sí, Philae falló en su intento de anclarse, y terminó perdida en la superficie del cometa, con luz insuficiente para recargar sus baterías, pero transmitiendo fotografías y datos e información desde su ubicación. Uno de esos datos fue la existencia de moléculas orgánicas básicas, como acetona y glicina.
Luego de más de un año de persecución cercana del cometa, y habiendo completado la misión científica, se planeó estrellar en forma controlada a Rosetta contra 67P/Churyumov-Gerasimenko el día 30 de septiembre de 2016. Así, Rosetta y su cometa volverán a reunirse, como lo hubiera querido Mark Twain y el suyo, llamado Halley. Eso si, Rosetta se irá mandando fotos y tomando datos, como buen instrumento científico.

Referencias

1.
M. Fulle et al. Unexpected and significant findings in comet 67P/Churyumov–Gerasimenko: an interdisciplinary view. MNRAS 462, S2–S8 (2016) Disponible acá
2.
K. Altwegg et al. Prebiotic chemicals—amino acid and phosphorus—in the coma of comet 67P/Churyumov-Gerasimenko, Science Advances (2016). DOI: 10.1126/sciadv.1600285. Disponible acá
3.
Star Wars Episodio V: El Imperio Contraataca - Cita de C3PO. [Wookiepedia]