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Plebeyos Rosaditos

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Fecha de Publicación
2019/01/11
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Plebeyos, por favor: nada de príncipes

Sea gracias a Disney, a los Hermanos Grimm o a los cuentos de la abuela, desde pequeñas se nos mete en el cráneo la idea del príncipe azul. Ese guapo, valiente y temerario héroe que en su brioso corcel blanco llegará a rescatarnos de las garras del dragón o nos despertará de nuestro embrujo con un tierno beso al atardecer... Todo eso amenizado por el trinar de los pajaritos y con conejos saltando por doquier.
Patrañas. Sobre todo cuando la verdadera historia (léase estilo Primer Plano. R.I.P) es bastante menos romántica y harto más patética. Señoritas lectoras, la cruda realidad es que, a la hora de elegir, descarten de inmediato a los príncipes azules. Y ustedes, intrépidos lectores masculinos, deben saber que presentarse como el príncipe azul es equivalente a ir por lana y salir trasquilado.

Todo se remonta a la época medieval

Subamos a la Tardis y viajemos al  reino Franco, que fue dirigido a duras penas por la dinastía Merovingia entre los siglos V y VIII. Meroveo fue el primero —de ahí el nombre de la dinastía, obvio— y su nieto Clodoveo —quien se convirtió al cristianismo y fue el primer «rey bárbaro» en hacerlo tras la caída de Roma— fue quien expandió los territorios del reino instalando la capital, París, en el 507 d.C. La dinastía Merovingia tuvo nutrida descendencia y, para perpetuar la pureza del linaje, comenzaron a emparejarse entre ellos.
Craso error. Regularmente, cuando hay cruces entre individuos muy emparentados (o cruces endogámicos para ser más técnicos), hay una reducción en la adecuación biológica (que es esa capacidad que tenemos para pasar nuestros genes a una siguiente generación). Además, algunas de las pifias que se encuentran escondidas en el genoma (de forma recesiva) podrían aparecer. Si esto ocurre dentro de una población, o digamos, en un grupo de individuos, le ponemos el elegante nombre de «depresión por endogamia», o inbreeding depression (1) si quiere preguntarle a Wikipedia.
En el caso de la dinastía Merovingia, potenciaron una pequeña pifia de familia: no, no la cola de chancho, la cianosis.

¿Y qué es la cianosis?

Consiste en la coloración azulada-violácea de la piel, las membranas mucosas o ambas, causada (generalmente) por una cantidad elevada de hemoglobina reducida (por pérdida de oxígeno en sangre venosa) en los capilares. Puede ser central (por desaturación arterial o hemoglobina anormal) o periférica (saturación arterial normal pero mayor extracción de oxígeno del lecho capilar) (2). Más sencillo: la cianosis es una falla en los glóbulos rojos, los mismitos que le dan el color rojo a la sangre.
Suponga que amarra una pitilla en su dedo y la aprieta muy fuerte (NO, no lo haga), ¿qué pasa? Exacto: corta la circulación y el dedo comienza a cambiar de color a tonos morados/azules. Los mismos colores que adquiere el rostro cuando alguien se ahoga  (tampoco lo haga).
¿Nos sigue la idea? Los merovingios, al tener descendencia con parientes muy cercanos, facilitaron la manifestación de la cianosis en sus hijos e hijas. Este tipo de patologías suele aflorar cuando individuos muy emparentados tienen descendencia... Lo que hace unos párrafos identificamos como «depresión por endogamia». O sea, los merovingios se acostaban entre hermanos mucho antes de que Game of Thrones lo volviera mainstream.
Una representación gráfica de la depresión por endogamia (nunca muestran estos gráficos en las bodas reales). Diagrama por @NicoSegoviaC
Una representación gráfica de la depresión por endogamia (nunca muestran estos gráficos en las bodas reales). Diagrama por @NicoSegoviaC
Un alelo (en simple, un «gen») deletéreo puede disminuir la adecuación biológica, la calidad de vida o la capacidad de reproducirse del individuo si se expresa. Pero si es recesivo, solo se manifiesta en el caso de que ese descendiente sea homocigoto recesivo para ese alelo (¿recuerda sus clases de genética, un tal Mendel y esas cosas?).
Claro, las posibilidades de que un hijo sea aa con la madre Aa y el padre Aa es solo de un 25%, pero si alguno de los dos progenitores son aa y el otro Aa, aumenta a 50%. Piense en un cuadro donde observan todas las posibilidades entre cruces: para Aa y Aa, los resultados posibles son: AA (25%), Aa (25%), Aa (25%) y aa (25%). En el caso de Aa X aa, las posibilidades son. Aa, Aa, aa y aa. Un 50% de las veces, aparece la sangre azul.
Y si ambos progenitores tienen «sangre azul» (aa), su descendencia será aa en el 100% de los casos. Pureza de sangre todo el rato. En este sitio educativo de la Universidad de Berkeley se explica con más detalle la depresión por endogamia. La imagen anterior es de elaboración propia, pero está basada en la de las culebritas que aparecen ahí.
La depresión por endogamia en los merovingios implicó dos cosas:
1.
Su aspecto (piel, uñas) era más bien azul, de ahí el nombre (adivinó) de príncipes azules;
2.
Al tener la sangre pifiada, al Clan Merovingio le llegaba menos oxígeno al cerebro; ergo, eran tarados; ergo... bien ganado tenían el apodo de «los reyes holgazanes».
No obstante, no todo estaba perdido para esta clan de suspiritos azules: los merovingios contaban con unos Mayordomos de Palacio (suerte de Ministro del Interior y de Guerra) bastante eficiente.  A la muerte de Clodoveo I, el reino fue dividido en 4 partes: Neustria, Borgoña, Paris y Austrasia y cada una de ellas contaba con su respectivos mayordomos, por lo que las mochas de poder iban a nivel de reyes y mayordomos (onda combos iban; combos venían) . Al llegar el siglo VIII, los árabes llegaron a Europa con el propósito de conquistarla —de hecho, ocuparon España desde 711 hasta fines del siglo XV—. En su intento por avanzar hacia el norte, debían enfrentar a estos pelmazos azules, pero fueron detenidos por Carlos Martel, mayordomo de Austrasia, ya que el rey ni se movió de su escritorio.
Uno de los reyes merovingios alardeando de «su» victoria sobre los árabes. Fuente de la imagen: Spirou
Childerico III, el último rey merovingio, fue desplazado en 751 por Pipino El Breve, hijo de Carlos Martel, argumentando que en realidad él ejercía el poder y hacía las labores de rey, por lo que merecía el trono. Childerico III fue relegado al Monasterio de San Bertín y el muy menso ni siquiera alegó o pataleó por el trono.
Por cierto, Pipino el Breve, instauró una nueva monarquía en Francia y su hijo, Carlomagno, consolidó el Imperio Carolingio.
A modo de post data, es menester mencionar que la mala fama y el pelambre que hacemos de los merovingios hasta el día de hoy se lo debemos en buena parte a  Eginhardo, el biógrafo de Carlomagno, quien publicó Vita Karoli Magni, (La vida de Carlomagno) obviamente para ensalzar la figura del emperador dejó como chaleco de mono a Childerico III y sus antecesores. Algo similar a lo que ocurrió con Carlos II “El Hechizado”, pero esas son nueces de otro costal.
Por lo tanto, jóvenes, olvídense de Disney. El príncipe azul es básicamente un flojo tarado, características que por cierto, deben tener en cuenta al momento de cortejar diciéndo «soy el príncipe azul que siempre soñaste». Por nuestra parte, hace mucho tiempo que en Etilmercurio no los buscamos y, de hecho, nos repelen. Preferimos de todas maneras a plebeyos bien rosaditos y con glóbulos rojos de excelente calidad.

Referencias

1.
Charlesworth D, Willis JH. The genetics of inbreeding depression. Nature Reviews Genetics. noviembre de 2009;10(11):783-96. Disponible aquí.
2.
Arias Rebatet G, Blengio Pinto JR, Kasper DL. Harrison manual de medicina. Madrid: McGraw-Hill Interamericana; 2017. Capítulo 34: cianosis. Disponible aquí
3.
Bloch, Marc, La tierra y el campesino. Agricultura y vida rural en los siglos XVII y XVIII, Crítica, Barcelona, 1978.
4.
Carrera Leonardo,  “Carlomagno y la construcción de su memoria a partir de la Vita Karoli de Eginhardo”, en  Revista Historias del Orbis Terrarum,  Anejos de Estudios Clásicos, Medievales y Renacentistas, Vol. 13, Santiago, 2017
5.
Duby, George, Michelle Perrot, Historia de las Mujeres Vol.2 "La Edad Media”. Taurus, Madrid, 2000.
6.
Le Goff J, González G. La civilización del Occidente medieval. Barcelona: Paidós; 2012.
7.
Pirenne, Henri, Historia de Europa. Desde Las Invasiones Hasta El Siglo XVI, Fondo de Cultura Económica, undécima reimpresión en español, México D.F,  2012.