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A otros enseñaron secretos que a ti no: la desigualdad, esa marca indeleble de Chile

Autor
Victoria Elena León Porath
Victoria Elena León Porath
Cristina Dorador
Cristina Dorador
Fecha de Publicación
2020/02/10
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Imagen de portada: «Subida a Alto Hospicio», por Pablo Flores.
Se dice que Chile tiene una de las banderas y uno de los himnos nacionales más lindos del mundo; se dice que un chileno es dueño de la luna y hasta se dice que en cualquier parte del mundo se puede encontrar a un chileno/a.
Muchos récords se le atribuyen al país, pero no todos son ciertos ni tan alegres. De hecho, en los últimos meses se ha hablado mucho sobre la desigualdad del país: no solo en lo económico, sino en todo orden de cosas. Muchas personas incluso llegaron a afirmar que Chile es el país más desigual del mundo.
¿Se puede tener el récord mundial en desigualdad? ¿Qué hay de cierto y qué hay de mito en esta idea?

La pregunta del millón 1.0: ¿De qué hablamos cuando hablamos de desigualdad?

En 1995, se realizó en Copenhague, Dinamarca, la Iª Cumbre sobre Desarrollo Social. En ella se analizaron los riesgos de la exclusión social para personas y grupos, que es causada por (prepárese para un larguísimo listado) la pobreza, el desempleo, la discriminación. Pero la discriminación, a su vez, puede ocurrir por razones de género, etnia, idioma, precariedad laboral, falta de ganancias como propiedades, vivienda, bienes públicos, el acceso a servicios como salud, educación y capacitación, privación del capital cultural, limitación de la participación política y cívica, de participación en espacios sociales, familiares y de esparcimiento y satisfacción.
Es decir, la exclusión va mucho más allá del dinero y refiere más bien a aquellas privaciones que impiden a las personas desarrollarse y participar de manera activa en la comunidad de la que, al menos por definición, son parte. Por lo tanto, la exclusión social implica un desarraigo, una ruptura de las interacciones e interrelaciones sociales de determinados grupos o personas con el resto de la sociedad. Imposible leer esto sin empezar a tararear «El baile de los que sobran».
Según estudios realizados por el Banco Interamericano de Desarrollo para Latinoamérica y el Caribe (1), deben cumplirse dos condiciones para que podamos hablar de exclusión social:
1.
Que las interacciones sociales ocurran dentro de grupos específicos y el pertenecer a estos grupos determinados tenga un impacto objetivo en la obtención de progresos concretos del ámbito socioeconómico (¿Cómo decía el verso? ¿«A otros enseñaron secretos que a ti no»?).
2.
Que a determinados grupos se les niegue de manera sistemática la participación en las decisiones (esta es una forma de exclusión institucionalizada).
Así, la exclusión social implica que un grupo específico obtiene ciertos beneficios en el ámbito socioeconómico excluyendo a otro grupo de manera informal y/o institucionalizada. Como dijimos antes, debemos entender que lo socioeconómico es un factor de múltiples aristas, una condición que trasciende la pobreza y el desempleo, donde se incluyen conexiones familiares, propiedades, educación y un larguísimo etcétera.

La pregunta del millón 2.0: ¿Somos o no somos el país más desigual del mundo?

Partamos por lo obvio: no hay datos para todos los países del mundo y no todos los datos son fiables (o comparables). Entonces, es imposible saber con certeza cuál es el país más desigual del mundo.
Eso no quiere decir que no podamos hacernos una idea de qué tan desigual es Chile en comparación con otros países.
Una de las formas más conocidas de medir la desigualdad es el coeficiente de Gini, desarrollado por (oh, sí) un sujeto llamado Corrado Gini (lo siento, en estadísticas no somos muy creativos con esto de los nombres). El coeficiente de Gini es un número que varía entre 0 y 1, donde 0 representa la igualdad perfecta (todo el mundo tiene exactamente la misma cantidad de ingresos) y 1 es la desigualdad perfecta (una persona concentra todos los ingresos mientras el resto no tiene nada). Entonces, mientras más cercano al uno, más desigual es la distribución de ingresos en la población. Algo así como la desviación estándar de la desigualdad. Si no sabe qué es eso, le recomendamos leer este humilde artículo promedio.

¿Le suena índice de Gini pre y post impuestos? Si no, es que no está viendo televisión (lo que se agradece).

En simple, este índice permite establecer la desigualdad de los ingresos dentro de un país y, por lo general, se utiliza para medir distribuciones desiguales.
La mayoría de los países pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) suelen modificar sus índices de Gini luego de que se tributan los impuestos. Por ejemplo, Alemania —modelo que buena parte de la clase política chilena ha mencionado como el modelo a «imitar»—, antes de aplicar los impuestos tiene un Gini cercano a 0.5, pero, luego de aplicar los impuestos, su Gini disminuye a 0.28. ¿Qué significa esto? Que quienes tiene mayores ingresos pagan más impuestos y, luego de que todos los ciudadanos pagan sus impuestos, se disminuye la brecha de la desigualdad. Es decir, los impuestos ayudan a mantener esta brecha lo más cercana posible a cero.

¿Y cómo le va a Chile en este coeficiente?

Mal. Muy mal. Pretends to be shocked.
Entre los países incluidos en la medición —que, ojo, no son todos los países del mundo— nuestro Chilito sale tercero entre los más desiguales, con un Gini de 0.46. Quizás esta cifra no suena tan alta considerando que el máximo es 1, pero si nos fijamos en el gráfico, México, Costa Rica y Chile tienen valores notoriamente más altos que el resto de los países considerados, superados solamente por Sudáfrica (0.62).
Sí, esa barra hacia el final es Chile. Marcada con amarillo para que no pierdan su tiempo buscándonos en la parte baja del gráfico. Fuente: OCDE (2)
El coeficiente de Gini se enfoca exclusivamente en la desigualdad de ingresos, pero los mismos datos de la OCDE muestran que el Estado de Chile tampoco realiza inversiones que ataquen este problema al largo plazo. Solo por nombrar algunos ejemplos, Chile invierte un 2,8% de su PIB en pensiones, mientras que países como Finlandia, Francia o Alemania invierten más del 10% en este ítem. En el llamado gasto social tampoco nos va mejor, ya que el país invierte solamente un 10,9% del PIB en beneficios en efectivo, provisión directa en especie de bienes y servicios, y la eximición de impuestos con fines sociales. En este mismo ítem, países como Dinamarca, Finlandia o Francia gastan cerca del 30%.
De acuerdo con los datos de la World Inequality Database, el PIB per cápita de Chile ha tenido un aumento exponencial desde la década de 1990, pasando de ser cerca de 12.500 euros en 1990, a 26.872 euros durante 2018. Sin embargo, para el año 2015, el 1% de la población concentraba el 23,7% de los ingresos del país, mientras que el 10% de la población concentraba el 54,9%. En otras palabras, menos de la mitad de la plata del país tiene que repartirse entre el 90% de la población.

Los que sobran y a veces bailan

Pasamos de creer que éramos «el mejor país de Chile, hermano» a creer que somos el peor. Como vimos, no se puede decir tajantemente que somos el país más desigual de todo el planeta, pero sí nos queda claro que estamos dentro de los países más desiguales de la OCDE en términos de ingreso.
Redes sociales: «Que se acabe Chile» Chile: se acaba
Esta desigualdad es tan profunda que trasciende el puro aspecto de los ingresos: incluye además la educación, los indicadores de salud y la participación política, además del respeto y la dignidad con la que son tratadas las personas.
Quizás a muchos de nuestros lectores esto les parecerá de perogrullo. Quizás a otros les parecerá cargado al resentimiento. Veamos qué dicen los datos.
Fuente: Desigualdades sociales: Las expectativas de vida de los chilenos. Una mujer de Lo Barnechea tiene una esperanza de vida 10 años mayor que una mujer en La Pintana (3).
Sin compararnos con las potencias mundiales, considerando sólo la desigualdad interna, encontramos dos informes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y que presentan datos desgarradores: Desiguales. Orígenes, cambios y desafíos de la brecha social en Chile (4) y Desigualdad regional en Chile. Ingresos, salud y educación en perspectiva territorial (5), de 2017 y 2018 respectivamente. Si bien los países serios se están saliendo de la ONU (?), creemos que estos dos informes son tremendamente clarificadores para evidenciar la desigualdad que las personas experimentamos a diario en el país.
Vamos revisando algunos datos de estos informes. En primer lugar, Desiguales. Orígenes, cambios y desafíos de la brecha social en Chile trabaja con datos de la encuesta PNUD-DES 2016, donde se muestra que el 41% de la población encuestada experimentó malos tratos en el último año, lo que incluye ser pasado a llevar, ser mirado en menos, ser discriminado o tratado injustamente. Este trato diferenciado es, según el PNUD, una de las formas más sensibles y menos estudiadas de las desigualdades socioeconómicas. Cuando se le pregunta a las personas por qué creen que reciben estos malos tratos, la clase social y el género se muestran como las principales causas. Cuánto sentido hacen estos datos luego de las manifestaciones sociales vividas en Chile a partir del 18 de octubre de 2019.
Fuente: Informe Desiguales PNUD (2017) en base a encuesta PNUD-DES 2016 (4)
Las desigualdades también se viven a nivel de regiones, como lo consigna  el reporte Desigualdad regional en Chile. Ingresos, salud y educación en perspectiva territorial. Por eso es que, pese a que las primeras protestas que se mostraron en la prensa fueron en Santiago y por un problema local de la ciudad, la verdad es que todas las regiones del país se movilizaron por demandas locales y nacionales. Y es que, cuando se trata de desigualdad interna, la clase social y el género no son los únicos factores: vivir en una región de Chile distinta a la Metropolitana también nos pone en situación de desventaja (y no solo porque en algunas partes coman completos en pan remojado).
El índice de desarrollo humano regional comparado entre 2006 y 2017 muestra que todas las regiones aumentaron su desarrollo humano, pero existen profundas diferencias entre la Región Metropolitana y el resto del país. El siguiente gráfico nos muestra que una de las regiones más grandes del país, la Región del Biobío, tiene niveles bajo la media nacional, mientras que regiones con amplias riquezas, como Antofagasta, muestran un reducido aumento entre los dos periodos evaluados.
El caso de la Región Metropolitana claramente dispara el promedio, dado que todas las demás regiones están muy por debajo del valor de la capital. Sin lugar a dudas, la desigualdad también se manifiesta entre regiones.
Fuente: Informe Desigualdad Regional el Chile PNUD (2018) en base a datos de Encuesta Casen, INE y Ministerio de Salud (5). Error de tipeo original.
Un tercer aspecto en el que Chile es un país profundamente desigual es en lo que el PNUD llama herencia. La concentración de los ingresos en un grupo reducido de la población va generando una reproducción de la élite económica, social y cultural, quienes poseen prácticas de cierre social. Esto hace que la desigualdad económica se traduzca en la identificación social de ciertos grupos como minorías privilegiadas que se reconocen entre ellas y cuyas trayectorias sociales son fácilmente distinguibles.
Para investigar este particular fenómeno, el PNUD recopiló datos sobre apellidos de más de ocho millones de adultos chilenos, considerando sus oficios o profesiones, sexo y edad, entre otra información con la que se generó el siguiente cuadro resumen:
Fuente: Informe Desiguales PNUD (2017) en base a datos del Servicio Electoral (4)
Los datos son impactantes y hablan por sí solos: quienes presentan un mayor porcentaje de profesionales de prestigio en sus familias tienen apellidos ligados a la oligarquía o a la clase alta migrante del país. Matte, Délano y Edwards están entre los primeros: uno de los holdings más grandes de Chile, el grupo Penta y El Mercurio se vinculan a esos apellidos.
Por otra parte, los apellidos en donde no se puede encontrar ni un solo profesional de prestigio son mucho menos conocidos y, en general, son personas provenientes de pueblos originarios.
La desigualdad puede verse con claridad en estos tres aspectos mencionados, pero también se manifiesta en muchos otros. Y, además, golpea con mayor fuerza a la gente con menos recursos económicos, a mujeres, a quienes no viven en la capital y a los pueblos originarios.
Podríamos revisar cada una de estas aristas de la desigualdad, pero no queremos que pase 84 años leyendo sobre desigualdades (aunque, si quiere seguir leyendo, todos los enlaces están en las referencias). Nuestra intención es realizar un humilde aporte para que todas y todos podamos seguir conversando y actuando frente a la innegable desigualdad en la que está inmersa este país a partir de una base de conocimiento común. Además, difundir este conocimiento nos hace darnos cuenta de que en un país con una inequidad tan profunda, que cubre tantas aristas, no puede ni debe traspasarse la responsabilidad del fracaso a los individuos. No es que un día despertemos y decidamos elegir de una manera distinta. Es una estructura social que se reproduce, y que requiere ser intervenida desde una perspectiva de responsabilidad social y no individual.
Así las cosas, Chile parece ser un país multivariado, lleno de contrastes y vicisitudes. No existe UN solo Chile donde una visión de país es la adecuada e ideal para todos y todas. La desigualdad parece ser el mayor desafío que tenemos para poder proyectarnos como una nación coherente, con un proyecto social inclusivo y respetuoso de la diversidad. Si nos distanciamos más, ¿qué sentido tiene estar juntos y pegados con scotch a una bandera (por muy linda o fea que sea)?

Referencias

1.
Buvinic M, Mazza J, Pungiluppi J, Deutsch R, editores. Inclusión social y desarrollo económico en América Latina. Colombia: Banco Interamericano de Desarrollo; 2004. Disponible aquí.
2.
OECD. Income inequality [Internet]. OECD Data. [citado 7 de febrero de 2020]. Disponible aquí.
3.
Unholster. Desigualdades sociales: Las expectativas de vida de los chilenos [Internet]. Unholster. 2019 [citado 7 de febrero de 2020]. Disponible aquí.
4.
Programa de las Naciones Unidas Para el Desarrollo. Desiguales. Orígenes, cambios y desafíos de la brecha social en Chile [Internet]. Santiago de Chile: Programa de las Naciones Unidas Para el Desarrollo; 2017. 412 p. Disponible aquí.
5.
Programa de las Naciones Unidas Para el Desarrollo. Desigualdad regional en Chile. Ingresos, salud y educación en perspectiva territorial [Internet]. Santiago de Chile: Programa de las Naciones Unidas Para el Desarrollo; 2018. Disponible aquí.

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